volátil

y luego tras un breve episodio de felicidad me encuentro con dificultades para conciliar el sueño

observando atentamente el enyesado del techo me vuelve a la mente todas aquellas cosas que en mi momento de euforia había logrado olvidar
y me pregunto “acaso la felicidad es la amnesia? es el olvido la respuesta a mis temores, incomodidades y desconformidades?”
si la respuesta es afirmativa… entonces que? tengo que llamar a la amnesia? la tengo que invitar, cuidar, mimar como si fuera una amiga querida?
pero acaso no es eso (más allá de estar intuitivamente mal*) lo más difícil de todo?

mi propia historia me cuenta que la amnesia se instala solamente cuando no la llamo… es más, las veces que quise olvidar algo fueron las veces con la que más avidez trabajo mi memoria para no dejar que se pierdan esas frases, imagenes, sensaciones tan poco deseadas

no puedo hacer otra cosa que sacar la conclusión de que la amnesia hace lo que quiere y que no hará caso cuando pida su ayuda
tendré que seguir pintando faroles y plantando árboles para mantenerme ocupada, para mantener la puerta de mi mente abierta para que la amnesia se sienta invitada (sin sentirse forzada)

y talvez así viene, me hace una visita, se queda a tomar unos mates con yerba de aire libre y capaz hasta me promete volver pronto…
y mientras, entre las visitas, sigo haciendo memoria, sigo luchando con los recuerdos, con el presente, con el mañana y me resigno a que esos breves episodios de felicidad me sigan encontrando haciendo las tareas más insignificantes e intrascendentes…

*mal porque supuestamente uno encuentra la felicidad haciendo frente a los dilemas, y haya la paz recién después de una batalla ganada. pienso que no tiene demasiado merito simplemente olvidar (aunque esto no sea tan simple como parezca), y si no tiene merito, lógicamente no puede brindar demasiada satisfacción. satisfacción que muchos (talvez incluyéndome) consideran esta íntimamente ligada con la felicidad…